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Racismo, discriminación y brechas de desigualdad en Guatemala

  • “La discriminación no es solo un problema de combatir mentalidades, estereotipos, prácticas, lenguaje; es también un problema que tiene que ver que con estructuras sociales que reproducen la desigualdad, la justifican, la normalizan y la profundizan”

 

El 7 de junio se llevó a cabo la conferencia Racismo, discriminación y brechas de desigualdad en Guatemala, organizada por la doctora Rosa María Rubalcava, coordinadora académica de la Maestría en Población y Desarrollo de la FLACSO México. En este espacio el doctor Pablo Yanes, coordinador de investigaciones de la sede subregional en México de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), presentó y analizó los resultados del Estudio sobre Racismo, Discriminación y Brechas de Desigualdad en Guatemala.

Yanes señaló que uno de los mejores estudios sobre racismo y desigualdad en América Latina lo encabezó el expresidente de Guatemala, Eduardo Stein, hace 10 años. Para actualizarlo y debido al interés de CEPAL por estas temáticas, se llegó al acuerdo de llevar a cabo el Estudio sobre Racismo, Discriminación y Brechas de Desigualdad.

Apuntó que con estos estudios América Latina está al nivel de construcción de agenda pública y su traducción en políticas públicas. Durante la conferencia, destacó los elementos que conforman la matriz de la desigualdad: clase social; las desigualdades de género, étnicas y raciales; las desigualdades territoriales y aquellas derivadas de la edad constituyen los ejes estructurantes. Sin embargo, apunto que hay una serie de invisibilidades que continúan arrastrándose y que hay temas a los que no se les da el peso que merecen, como son los pueblos indígenas, la afrodescendencia y la discapacidad.

En el caso de Guatemala, la ratificación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre derechos de los pueblos indígenas sufrió un proceso complejo debido a que se puso a consulta pública su ratificación y fue derrotada. El especialista señaló que ese es el riesgo de someter a consulta los derechos. Después de un largo proceso se ratificó, pero hace un par de años hubo un esfuerzo para la reforma judicial en la que había un cierto reconocimiento de los sistemas normativos de autoridades de los pueblos indígenas y todo el debate en torno a la reforma judicial fue sepultado. Fueron un conjunto autoridades indígenas las que retiraron la discusión para no profundizar la confrontación y polarización interna en el país.

“Uno se da cuenta que hay un proceso histórico de larga data que se expresa de manera muy dura en el conflicto armado interno, pero que va más allá este, es decir, se expresa en la conquista creciente de alcaldías y presencia en espacios públicos de autoridades indígenas, el hecho de que ahora es inimaginable que se pueda constituir un gabinete sin presencia de ministros indígenas y fenómenos como la constitución de una inteligencia indígena, que empieza a articular y documentar una serie de planteamientos que van más allá de cuestiones sociales de carácter inmediato”.

“Guatemala tiene tiene una gran diversidad de pueblos indígenas: 22 pueblos indígenas reconocidos. Hay un proceso de reivindicación de la pertenencia a las etnias. Hay un marco legal robusto para enfrentar la discriminación y una política pública para la convivencia y la eliminación del racismo y la discriminación, pero hay una segregación institucional”, comentó Pablo Yanes.

Subrayó también que Guatemala es preciado por ser uno de los 19 sitios biológicamente megadiversos del mundo y ser uno de los centros de origen de especies de alto valor alimenticio cultivadas por los pueblos indígenas. En el periodo de 2006 al 2014 el país creció el 3.5% en promedio, sin embargo, la pobreza creció de 51.2% a 59.3% (caso único en América Latina).

“Las desigualdades son muy resilientes: fáciles de reproducirse y difíciles de remontar. Y las estadísticas parecen tener un comportamiento predictivo, de forma que en las poblaciones indígenas se repiten y potencian las carencias y aumento de las brechas de desigualdad”, argumentó. Por ello, “hay que abandonar cierta visión light de la discriminación: que es solo un asunto de lenguaje, de actitud, de conducta que tiene que ver con cómo se trata al otro, que sí existe, pero hay un sustrato estructural donde se reproducen las prácticas discriminatorias y que se expresan en profundización de la desigualdad. Como grandes conglomerados y no como personas en lo individual, al momento de ver indicadores sociales, hay grupos que sistemáticamente están rezagados y permanentemente se quedan rezagados. La discriminación no es solo un problema de combatir mentalidades, estereotipos, prácticas, lenguaje; es también un problema que tiene que ver que con estructuras sociales que reproducen la desigualdad, la justifican, la normalizan y la profundizan. Por eso en políticas contra la desigualdad y para la no discriminación hay que practicar las tres R de Nancy Frazer: políticas de reconocimiento, de redistribución y de representación.”