México, D.F. “Hay que volver a la visión de la teoría clásica del desarrollo”, aseguró el economista Jaime Ros Bosch al dictar la conferencia magistral “Instituciones y desarrollo. La nueva economía institucionalista y la teoría clásica de desarrollo” el miércoles pasado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México (Flacso-México).
Ros Bosch explicó que el retorno a la teoría clásica del desarrollo permitirá pensar en una política económica que tome en cuenta las particularidades institucionales y la experiencia histórica de México para formular nuevas acciones que contribuyan a la coordinación efectiva entre gobierno y mercado.
¿Qué tan fundamentales son las instituciones para el desarrollo económico? ¿Por qué unas economías crecen más y más rápido que otras? ¿Las diferencias en los niveles de desarrollo de los países se fundamentan en la diferencia de sus instituciones? fueron las preguntas que abrieron la participación del investigador de la Facultad de Economía de la UNAM.
El especialista analizó en profundidad las dos hipótesis sobre las que se sostienen los principales preceptos de la nueva economía institucionalista. La primera es la del “estado de derecho”, que fundamenta que la calidad de las instituciones económicas y políticas, así como los derechos de propiedad y la alta regulación del Estado en el mercado propician mejores ingresos y mayor desarrollo.
El economista hizo una revisión crítica de la extensa bibliografía sobre el tema, que se remonta al planteamiento de la “mano invisible” del economista Adam Smith (1723-1790), sobre la que se construye la segunda hipótesis, que formuló así: “la liberalización económica siempre y en todas partes es buena para el crecimiento”.
Ros consideró que esta hipótesis carece de fundamentos teóricos sólidos al plantear que las instituciones reducen la brecha entre la inversión y la productividad pues “una mayor libertad de mercado no siempre trae consigo una mayor eficiencia económica en asimilación de recursos”, explicó Ros y agregó que “lo que es bueno para la asignación de recursos y lo que es crucial para el crecimiento económico no siempre coinciden”.
“Entonces las mejores instituciones no son las de libre mercado sino las que apoyan al Estado a superar sus fallas”, infirió el también Profesor Emérito de la Universidad de Notre Dame.
Al hablar de la implementación de modelos económicos de países desarrollados en países en desarrollo, como es el caso de América Latina, el economista aseguró que debe tomarse en cuenta el principio de “separabilidad” que asume que cada país tiene su propio ritmo de crecimiento según sus diferentes instituciones y políticas. “Lo que funciona en un país puede no funcionar en otro”, aseguró.
Sobre el caso mexicano, opinó que “las razones por las cuales la economía mexicana no crece es más por su política económica que por sus instituciones… existe una falta de indicadores que reflejen el lugar de las políticas implementadas y sus resultados dentro de las instituciones”. Dijo, además que la solución no está únicamente en las reformas estructurales pues habrá políticas que se ajusten a unas instituciones pero a otras no.
Aunque la propuesta de Jaime Ros está en la vuelta a la economía clásica de desarrollo, reconoce que “está claro que después de décadas de experiencia, los clásicos de la economía subestimaron las potenciales fallas de gobierno en el intento por corregir las fallas de mercado y los problemas de coordinación, pero esto no me parece una buena razón para echar el agua sucia fuera de la bañera con todo y bebé”, enfatizó al concluir su conferencia en Flacso-México.