En un esfuerzo por renovar los temas desde una visión actualizada, interdisciplinar, crítica y reflexiva, se llevó a cabo la segunda sesión del ciclo de seminarios sobre Inteligencia artificial, digitalización, análisis computacional e innovación en sociedades complejas, y que llevó por título Algoritmos, reparaciones y repeticiones. Justicia transicional y plataformas digitales, moderada por la Dra. Danay Quintana, coordinadora académica del Diplomado Internacional Procesos Políticos de Política Pública en sociedades digitales de la FLACSO México y presentada por Dr. Juan Espíndola, profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.
En su intervención, el investigador reflexionó sobre la relación entre las plataformas digitales y el acceso a la justicia transicional, la cual se entiende como “los procesos y mecanismos que una sociedad pone en marcha para resolver los problemas derivados de un pasado de abuso a gran escala, con el fin de que los responsables rindan cuentas, las víctimas reciban reparación y se consiga un mínimo de justicia”.
Así, el investigador señaló que existen elementos que ayudan a comprender por qué en la actualidad las plataformas digitales no garantizan la justicia transicional, “las plataformas digitales son herramientas ambivalentes, es decir, crean efectos positivos y negativos. Es verdad que han contribuido a recopilar información de múltiples violaciones a derechos humanos, han proporcionado videos como evidencia y han ayudado a identificar víctimas, sin embargo, también tienen un lado oscuro que afecta las dos metas de la justicia transicional. Proveen información que pone en amenaza los derechos morales fundamentales, es decir, socava el derecho a ser escuchado(a), conocido(a) y al de ser olvidado(a).
De este modo, “las plataformas que responden a algoritmos, a las burbujas epistémicas (estructuras que ayudan a omitir información y sólo generan un sesgo de repetición) y a las cámaras de resonancia (estructuras que, deliberadamente, refuerzan nuestras propias creencias, sin espacio para las ideas contrarias a lo que creemos). No son un lugar idóneo para fomentar el diálogo sobre un pasado de violencia, pues no promueven la escucha reparadora y sí los discursos tóxicos o expresiones de odio. Además, amplían las voces de las personas privilegiadas, desplazando así a las víctimas, y ante ello proporciona escenarios erróneos e imaginarios sobre la complicada situación que atraviesan estas mismas personas, dejando con poca capacidad de solución al Estado y desechando la idea de regular y crear nuevas plataformas en donde seguramente no habrá audiencia que garantice la escucha activa hacia las víctimas”, concluyó el Dr. Espíndola.